martes, 20 de abril de 2010

Erupción del volván Eyjafalla


La erupción de un volcán islandés en el glaciar de
Eyjafalla provocó la prohibición total de tráfico
sobre el espacio aéreo noruego al norte de la
ciudad de Bodø debido a la gran cantidad de
cenizas en el aire.
Asimismo, se prevé que se amplíen las
prohibiciones de vuelos en gran parte de
Suecia, Finlandia, en regiones del noroeste de
Rusia, además de parte de Reino Unido y
Dinamarca.
En las inmediaciones del volcán, cuyas primeras erupciones se registraron hace tres semanas y media después de casi 200 años de inactividad, más de 700 personas tuvieron que abandonar sus casas por segunda vez.

Desde la noche se registraron erupciones que hicieron temblar la tierra, de una intensidad entre diez y 20 veces mayor a la de la primera erupción el 21 de marzo. Las autoridades están preocupadas por la gran cantidad de agua de deshielo que se desplaza por la zona sur de la isla. El agua amenaza la principal ruta a lo largo de la costa sur de Islandia, que fue cerrada preventivamente.

Pilotos de helicópteros informaron que la columna de humo sobre el cráter del volcán alcanzó una altura de seis kilómetros.

El volcán, que estaba inactivo desde 1823, entró en erupción de nuevo el 21 de marzo. Los escasos habitantes en el área de influencia del volcán fueron entonces trasladados a un lugar seguro, pero pudieron volver a sus casas a los pocos días.

Las restricciones sobre el tráfico aéreo europeo y la necesidad de buscar transportes alternativos han azuzado el ingenio de miles de viajeros atrapados por la cancelación de vuelos. En algunos casos, sin embargo, la inexistencia de un plan B ha causado serios daños personales o económicos.

La prioridad ahora son los viajeros que se han quedado desperdigados por los aeropuertos de medio mundo. Más tarde llegará el análisis de los costes que la mayor crisis de la aviación deja en la economía europea, así como las compensaciones a las compañías aéreas. El Gobierno español calcula que puede repatriar en los próximos días a unos 200.000 ciudadanos comunitarios -británicos, en su gran mayoría- que se han quedado tirados, la mayor parte en América o Asia, para lo que se ha ofrecido a diseñar un plan de rescate.
Eyjafjalla, el volcán islandés que ha dejado en tierra aviones por toda Europa, sigue escupiendo lava, pero menos ceniza, lo que permite a los pasajeros atrapados albergar esperanzas de que los cielos se aclaren más rápidamente de lo previsto.

El volcán en erupción experimentó nuevos temblores ayer por la mañana, pero los científicos afirman que el penacho de cenizas que se eleva del cráter alcanza una altura de dos kilómetros, frente a los 11 que medía a fines de la semana pasada.

"La situación es infinitamente mejor que el sábado, que fue un día difícil para nosotros por la caída de cenizas pesadas en la ladera sur del volcán", dijo ayer Urdur Gudmundsdottir, portavoz del Ministerio de Exteriores islandés. Gudmundsdottir, sin embargo, se cuidó de afirmar que lo peor ya ha pasado para la isla, de 320.000 habitantes, y para las decenas de miles de personas atrapadas en los aeropuertos en los últimos cinco días. "Como saben, las cosas cambian muy rápidamente", dijo.

Un funcionario de la Oficina Meteorológica dijo que la emisión de ceniza ha caído bruscamente y que la naturaleza de la erupción parece estar cambiando. "Nuestras webcam muestran que ahora no hay demasiada ceniza, sino fundamentalmente vapor", informó Hjorleifur Sveinbjornsson, geólogo de la Oficina Meteorológica. "El vapor es de color marrón pero también bastante blanco, es decir, tal vez se trate de vapor de agua", añadió.

Esto entraña otro riesgo, que las coladas de lava creen nuevas vías de entrada de agua en el interior del cráter, lo que provocaría más explosiones y una mayor producción de cenizas.


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